Numerosos estudios avalan la práctica de ejercicio físico como un medio eficaz para tratar el cáncer
Uno de los más relevantes determinó que hacer ejercicio físico reduce el riesgo de desarrollar hasta 13 tipos de cáncer, entre los que se encuentran el de pulmón, el de estómago, el de colón, el de vejiga o el de mama.
El principal resultado fue que las mujeres que no realizaban ejercicio físico presentaban hasta un 71% más de riesgo de desarrollar el cáncer de mama. El ejercicio físico es importante en la prevención de esta patología pero también durante el tratamiento y después de éste. Los expertos trabajan para crear conciencia de que hay que perder el miedo a realizar actividad física cuando se padece cáncer. El ejercicio físico en sí no cura, mejora la respuesta del organismo ante posibles enfermedades. En el caso del cáncer pasa exactamente lo mismo.
Haber realizado actividad física antes de caer enfermo es vital a la hora de enfrentarse a esta dura enfermedad: El cáncer va a mermar la condición física y el estado de salud del paciente. Cuanto mayor sea el estado físico a la hora de afrontar el cáncer, mejor será.
A grandes rasgos, se puede hablar de dos importantes beneficios del ejercicio físico cuando se está recibiendo tratamiento contra el cáncer. Por un lado, mitiga los efectos secundarios de la medicación; por otro, ayuda a evitar la pérdida de masa muscular, hacer ejercicio durante el tratamiento atenúa los efectos secundarios de éste e incluso del propio cáncer como la fatiga, la sensación de debilidad, la pérdida de masa muscular o el estado de ánimo. En definitiva, favorece a sobrellevar mejor el tratamiento.
Uno de los grandes beneficios es que favorece el aumento de las células Natural Killer (NK) en nuestro organismo. Estas células son las encargadas de destruir las cancerígenas. Una especie de primera línea de defensa contra los tumores y agentes externos que invaden nuestro cuerpo.
El otro gran beneficio del ejercicio físico en personas con cáncer tiene que ver con la masa muscular, vital en el tratamiento. La investigadora y especialista sobre el tema Elena Sarabia señala que, dependiendo de la cantidad de masa muscular que una persona tenga, soportará mejor o no el tratamiento. Así, se puede afirmar que la capacidad de la tolerancia de una persona a la quimioterapia es directamente proporcional a la cantidad de masa muscular que tiene una persona.