Newell’s atraviesa una etapa compleja y el triunfo en el debut de la Copa de la Superliga sirve para oxigenarse, pensando con otro ánimo la revancha. Le alcanzará con el empate para meterse en octavos.
La victoria tiene una enorme dimensión. El concepto se reduce al resultado en sí. Excluye cualquier otra cosa referida al juego. En tiempos en el que los resultados adversos buscan no ser la moneda corriente, en donde se padece mucho más de lo que se disfruta, el triunfo de Newell’s en cancha de Gimnasia es para disfrutar, aunque sea momentáneo y después haya que analizar una y otra vez los errores que repitió en La Plata. Hoy es momento para respirar con alivio y aguardar con optimismo la revancha en el Coloso, con la ventaja de una victoria que vale doble porque dos resultados serán los que lo pueden clasificar.
La frustración de la recién terminada Superliga, con un panorama sombrío para la próxima temporada más allá de los dos últimos positivos resultados, abrió un paréntesis en este presente de Newell’s con la Copa de la Superliga, más porque falta una eternidad para la nueva temporada. Con los mismos futbolistas y cuerpo técnico, que una vez terminada esta competencia no seguirá al frente del equipo. Con esa realidad, debutó en el bosque platense. Y por eso el triunfo, y de la manera que se dio, con un gol en el tiempo de descuento, fue una palmada en la espalda, un gesto de apoyo cuando la mano está torcida. Una satisfacción, aunque más no sea mínima y vaya a saber por cuánto duradera.
Newell’s le pagó a Gimnasia con la misma moneda de hace un mes atrás. Es cierto que ese partido tuvo otra importancia, era por los puntos que sumaban para el promedio, y Tijanovich le convirtió el único gol de ese enfrentamiento en el tiempo adicional. La conquista fue muy celebrada en el bosque, porque el Lobo zafaba definitivamente del descenso, no así de seguir sufriendo en lo que se viene. Anoche fue Maxi Rodríguez de penal, con la displicencia de los que se saben autosuficientes, para tocarla con tranquilidad sobre el palo opuesto al que fue Arias para el éxito rojinegro.
La relevancia del triunfo adquiere mayor dimensión si se considera que Newell’s apenas ganó un partido de visitante el torneo pasado, contra San Martín de Tucumán en noviembre de 2018. Y antes había pasado más de un año sin ganar afuera del Coloso. Es un dato que también merece considerarse. Que realza lo que sucedió en el bosque platense. Las frustraciones fueron muchas y lo de ayer fue una bocanada de aire en tiempos de asfixia. Y abre la ilusión de pasar a los octavos de final, aunque este equipo no sea una garantía. Pero el 1 a 0 lo deja bien encaminado, para como mínimo pensar que está la chance de cruzarse en la próxima etapa con Defensa y Justicia.
Desde la cuestión futbolística, en relación al desempeño del equipo, la actualidad de Newell’s continúa siendo la misma. Nada cambió de las últimas imágenes que dejó en la Superliga. Los mismos problemas, la misma falta de creatividad, de peso ofensivo, de solidez defensiva. La lepra fue predecible e inofensiva. Ni siquiera el hecho de un nuevo comienzo mejoró algo el rendimiento. Tampoco que el descenso no sea motivo de preocupación en esta copa, un tema que tiene su incidencia en el espíritu de cualquiera. Newell’s se encontró frente al espejo. Es que Gimnasia también iniciara la próxima Superliga con el peor promedio. Estuvieron cara a cara dos conjuntos con serios riesgos de descender. Y lo que hicieron en los 90′ demostró por qué llegaron a esta situación. El partido entregó pocas emociones. En lo que respecta a la lepra, careció de fútbol. La vuelta al esquema 4-2-3-1 no dio resultado. Luis Leal debió cumplir una función, recostado sobre la derecha, arrancando de atrás, que no se condice con sus mejores aptitudes.
El desempeño de Newell’s fue flojo. Gimnasia también. En medio de desaciertos compartidos, y pocas virtudes, el pibe Enzo Cabrera volvió a jugar tras casi un año, metió la cabeza en un córner y Mussis puso la mano. Penal en el descuento que convirtió el jugador de campo que más lo merecía, Maxi Rodríguez, el mismo que siempre tiene un destello del fútbol que lo hace diferente. La Fiera no falló y Newell’s esbozó una sonrisa. En épocas donde las amarguras son muchas, la victoria sirve para relajar.