En Rosario, la comunidad universitaria festejó el rechazo al veto y la sanción definitiva de la Ley de Financiamiento Universitario

Rosario se convirtió en escenario de una celebración histórica. En la Plaza San Martín, estudiantes, docentes y no docentes siguieron en vivo la sesión del Senado que terminó rechazando el veto presidencial y ratificando la Ley de Financiamiento Universitario. La votación fue contundente: 58 votos a favor, apenas 7 en contra. Con ese resultado, la norma queda firme y el Ejecutivo está obligado a promulgarla.
La noticia se vivió como un triunfo colectivo. Tras meses de movilización, asambleas y marchas multitudinarias —en Rosario llegaron a participar más de 60.000 personas— la comunidad universitaria sintió que la presión social dio resultado. Hubo abrazos, lágrimas y aplausos mientras se transmitían los números de la votación en pantallas gigantes.
El rector de la Universidad Nacional de Rosario, Franco Bartolacci, calificó la decisión como “una solución real” a los problemas de las universidades. Señaló que la ley garantiza actualizaciones automáticas de presupuesto frente a la inflación, fondos para investigación e infraestructura, y recomposición salarial para docentes y no docentes. “Este triunfo es del pueblo que salió a defender la universidad pública”, expresó.
Los gremios no docentes, sin embargo, recordaron que aún arrastran una pérdida salarial de más del 80 % y reclamaron que la ley se traduzca en mejoras inmediatas. El festejo en Rosario tuvo, entonces, un tono doble: la alegría por la victoria legislativa y la advertencia de que la lucha continúa.
La defensa de la educación pública en Argentina encontró en esta ley un punto de unión. No se trató solo de una pulseada entre el Congreso y el Ejecutivo: en las calles quedó claro que la universidad es bandera común, más allá de colores políticos.
Con el veto derrotado y la norma consolidada, la expectativa está puesta en su implementación. Ahora será el gobierno nacional el encargado de girar los fondos y cumplir con lo que establece la ley. Mientras tanto, Rosario ya grabó esta fecha en su memoria colectiva: el día en que la universidad pública ganó aire, presupuesto y, sobre todo, legitimidad política.
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