El cuerpo frágil de Anahí Salvatore y su rostro desesperado pidiendo que la ayudaran a bajar de su departamento del 5º B de Salta 2141, se convirtió el 6 de agosto de 2013 en una de las fotos de la noticia que dio la vuelta al país.
El cuerpo frágil de Anahí Salvatore y su rostro desesperado pidiendo que la ayudaran a bajar de su departamento del 5º B de Salta 2141, se convirtió el 6 de agosto de 2013 en una de las fotos de la noticia que dio la vuelta al país. Con la misma seguridad, la mujer de 55 años se sentó ayer frente al tribunal encargado de determinar las responsabilidades de las once personas acusadas por la tragedia. “Por respeto a los familiares de los 22 muertos y tantos otros sobrevivientes, necesitamos Justicia”, reclamó y pidió a los acusados “que por la memoria de los muertos, asuman sus responsabilidades”.
Salvatore dijo estas palabras casi sobre el final de su testimonio, interrumpiendo el ademán que había comenzado a hacer con su cuerpo para levantarse de la silla. Los familiares de los fallecidos la escucharon con los ojos cargados de lágrimas y, espontáneamente, la aplaudieron. Una actitud que el juez Rodolfo Zvala reprochó, pero no sancionó.
La mujer relató que, después de la explosión, estuvo tres horas asomada a la ventana de su departamento sin que pudieran rescatarla porque no terminaba de anularse la fuga de gas y continuaba el fuego. “No sé cómo estoy viva, el rescate se extendió hasta el mediodía. Llegué al sanatorio pasadas las 12, estuve tres días en terapia. Fui la última a la que rescataron de las torres. Una vecina me contó que otra mujer no pudo resistir el calor, que estaba quemada y que se había tirado del departamento. Es una imagen que no puedo olvidar nunca”, sostuvo.
Después repasó las consecuencias que tuvo el siniestro para ella. “Yo dejé mi vida como era, no pude sacar más que lo puesto, mi casa, mis recuerdos, mis objetos, no tengo nada más. Las lesiones que tengo no me las saca nadie. No tengo la vida que tenía y no puedo aceptar que nadie se haga responsable. Hubo alguien que actuó mal y hubo antes muchas otras cosas y personas que no hicieron su tarea, que no controlaron, que no exigieron las cosas que debían exigir”, sostuvo.
Con la voz entrecortada, aseguró que daría lo imposible para volver al 5 de agosto de 2013. “Mi vida no es la misma”, contó y relató que no soporta el sonido de una ambulancia, ni calles con mucho bullicio. “Los días que se siente la quemazón de las islas, el humo me asfixia, siento que otra vez necesito oxígeno, que me ahogo, no respiro. Me llevó un año de terapia para poder descubrir por qué no podía dormir y me despertaba cada dos horas. Mi casa ya no es un lugar seguro, son las dos horas en las que estuve expuesta a la muerte, la asfixia, el ahogo, el desamparo más absoluto” narró y volvió a reclamar “que se haga justicia”.