Participantes de tres iniciativas cuentan sobre sus proyectos, sus desafíos y su presencia en distintos mercados de la ciudad que les permite crecer y generar lazos con otros proyectos.
Sofía tiene 26 años y Fabiana 25. “Oliva surge en pandemia. Pinté un mate en mi casa, a Sofi le gustó y un día charlamos y pensamos en que podíamos empezar a venderlos. Como era plena pandemia empezamos averiguando proveedores y a vender por Instagram”, cuenta Fabiana.
Sofía agrega que se conocen desde hace mucho y que tienen un grupo de amigas a quienes les gustan mucho las aceitunas. “No nos decidíamos si ponerle algo que tenga que ver con el arte, nos parecía muy repetido, y finalmente nos decidimos por Oliva, por eso el logo tiene una ramita de olivo”, agregan.
Todos los productos los hacen de manera personalizada y pensando en sus clientes. Se capacitaron primero en el curso del municipio “Mi primer emprendimiento” y después en el ABC. “Fuimos creciendo de a poco. Y quedamos para participar finalmente en la feria de plaza Sarmiento, que es un super envión”.
Ambas tienen otros trabajos pero le dedican muchas horas a su emprendimiento. “Participar de una feria siempre te abre a un público mayor, para que la gente te conozca y te permite tejer más vínculos. Nos gusta mucho lo que es la venta asociativa. No solo vendemos mates sino también trabajamos con macetas y en la misma feria conocimos personas que venden plantas y nos ayudamos”, cuenta Fabiana.
Siempre fue su deseo trabajar con materia prima de otros emprendimientos. En sus comienzos compraron madera a una familia de zona norte, porque creen en ese tipo de compras más solidarias, y también a emprendedoras mujeres. En la feria buscan ayudarse entre emprendimientos para fortalecerse entre ellos.
Oliva tiene una mirada ecológica. “La feria también te va potenciando, porque encontrás personas que están en la misma situación. Nosotras trabajamos todo lo que es pintura al agua, nuestro packaging es 100% reutilizable, reciclable y compostable, de hecho, tiene el sello que lo dice. El sello lo hizo otra emprendedora. La idea es que si le pasa algo al objeto poder arreglarlo, para no comprar por comprar. Mirarlo desde una perspectiva amigable con el medioambiente y con la economía justa y social”, explica Sofía.
“Hoy creo que todo esto se piensa mucho más, hacerse las bolsas de tela con el logo que también sirve como manera de publicidad. O dejar de usar bolsas de plástico para usar bolsas de papel. También cuando podemos nos unimos a la causa por la Ley de Humedales, creo que hay una sinergia y que se está fomentando mucho esa mirada”, agrega Fabiana.
Sobre qué significa emprender, dicen que es un gran trabajo. “La verdad que emprender parece fácil o que todo va a marchar bien desde el principio pero lleva muchísimo trabajo y dedicación. Lo bueno es que hay un feedback con la gente, algo que se devuelve, conocés gente maravillosa, y es construir una manera distinta de pensar el trabajo. Lleva mucho sacrificio pero también tiene sus recompensas”, dice Sofía.
“Lo lindo es que podés manejar tus horarios, te acomodás, sos tu jefe, pero por otro lado toda la responsabilidad está en vos, también nosotras somos amigas de antes y es mantener la amistad sobre las rispideces que pueden aparecer de hacer negocio juntas. Me pasa que vamos a la feria y es un mundo increíble. Hay mucho compañerismo, incluso muchas veces vendés de otros emprendimientos que están al lado además de los tuyos. Después ves que te agradecen, que comparten en las redes sociales tu trabajo, que les gusta lo que hacemos y eso es único”, finaliza Fabiana.
Para emprender no hay edad, solo se necesita pasión y ganas. Así lo expresa Luis Aguinaga que tiene 70 años y hace artesanías de madera: tablas con forma de pescado, especieros, portarrollos de cocina, portamaceteros. Luis está en la feria de la plaza Sarmiento los jueves de 9.30 a 13.30 y en Costa Alta los domingos de 10 a 19.30.
Su emprendimiento se llama ‘El piojo’ que su apodo desde chico. “Todo surge de mi imaginación. La verdad que no hay una razón específica por la que me acerqué a trabajar con la madera. Fui cuarenta años mozo, siempre trabajé en gastronomía y cuando me jubilé dije ‘ahora es el momento’. Estoy aprendiendo, vivo aprendiendo, todos los días la madera me sorprende”, explica.
Fuente: Rosario Noticas