Nadie nunca me había advertido de que tenerle un rechazo profundo a engordar era un problema transversal, que puede afectar a mujeres que no tienen sobrepeso.

Mi mamá y las demás mujeres de mi familia se fijaban si alguien subía de peso y hacían comentarios al respecto.
Estaban pendientes de eso de manera permanente. Sin duda, era un tema.
Crecí con eso como costumbre y recién ahora, con mis amigas más jóvenes, me di cuenta de que tiene un nombre: “miedo a ser gorda”.
Y “pertenecer a ese grupo” es tenerle un miedo irracional a engordar incluso sabiendo que esos cambios o fluctuaciones en el peso no están asociados a una mala alimentación o a rutinas poco saludables.
Pero ahora sé que esta información represiva, que vienen principalmente de la publicidad y que son parte de una cultura que le exige mucho a las mujeres y que enaltece la delgadez, están presentes en todas partes y han sido “normalizados” a tal punto que ni siquiera nos damos cuenta de que los padecemos.
Cuando era chica recuerdo que una amiga me decía que si alguien tenía los brazos gordos nunca iba a ser flaca de verdad, porque “siempre iba a ser gorda por dentro”.
Cuando eres niña no te cuestionas ese tipo de comentarios.
De dónde vienen?
Quien le impuso estas palabras en la cabeza?
Lo que hacemos de niña es absorberlo e incorporarlo a nuestra forma de pensar, no nos cuestionamos, ni analizamos.
Solo se “graban”, y allí quedan, para siempre, hasta que el espejo empieza a ser un enemigo en nuestra tortuosa imagen.
Que sienten cuando leen estas preguntas? Las leo.