Los resultados (del área de crecimiento) de este proyecto ya habían sido validados durante la reciente epidemia de Zika en Brasil y otros países de Latinoamérica, donde se tomaron los parámetros de esta investigación para evaluar el crecimiento craneal del feto y el recién nacido, lo que permitió hacer diagnósticos más precisos y en más cantidad de niños, en todos los lugares afectados.
El trabajo, que lleva el sello de la Universidad de Oxford, donde Villar ejerce como profesor e investigador desde hace dos décadas, cambiará el modo en el que los pediatras “midan” el crecimiento y desarrollo integral de los niños. Esto, a su vez, redundará en beneficios durante la etapa del embarazo, permitirá la detección de problemas del bebé en etapas iniciales y favorecerá la ejecución de políticas públicas en salud que hagan hincapié en el bienestar materno infantil, la gran obsesión de Villar desde que era un joven profesional.
El estudio, que involucró a 60 mil madres y bebés, se hizo en dos etapas. La primera, a partir de un seguimiento del crecimiento intrauterino en cada una de esas mujeres embarazadas provenientes de distintos lugares del mundo. La segunda, evaluando periódicamente a más de 1.300 de esos bebés hasta los dos años de edad.
Los resultados revelan que el crecimiento físico, neurológico y el comportamiento de los bebés se producen a un ritmo muy similar en niños y niñas independientemente de su origen étnico o lugar donde habitan, siempre que las condiciones de vida sean apropiadas y con una buena nutrición. Es más, confirman que ni el color de la piel, ni el lugar de nacimiento marcan diferencias en estos temas pero sí la calidad de vida. “Lo que nos hace verdaderamente diferentes en lo que a salud respecta son las condiciones sociales y económicas más que las genéticas”, dijo ayer a La Capital desde Inglaterra.
Villar, que durante años trabajó para la Organización Mundial de la Salud (OMS) agregó: “No es tu código genético que te hace más saludable o más enfermo, es tu código postal o la dirección de tu casa. Nuestro estudio demuestra claramente que no es el código genético el factor central del desarrollo mental o el crecimiento sino que son las posibilidades de acceso a los controles médicos, a la buena nutrición, a la lactancia materna, a tener una vivienda en condiciones, acceso a la educación y bajo riesgo ambiental”.
Los investigadores de Oxford y sus colaboradores compararon a madres en situaciones socioeconómicas, de salud y educación similares pero de grupos étnicos diversos y comprobaron que no existen diferencias en el desarrollo a los dos años entre chicos criados en buenas condiciones sea uno de una ciudad africana y el otro de Londres. “Somos mucho más parecidos entre todos que diferentes. En todo caso, hay muchas más diferencias entre los pobres y los “ricos” en un país específico que entre los “ricos” de distintos lugares del mundo, para ponerlo en un lenguaje simple”, comentó el experto.
Impacto
Los resultados de esta investigación tienen alcance internacional. ¿Cambiarán la forma de interpretar el desarrollo, la talla, el perímetro cefálico y el peso en los niños y niñas del mundo? ¿Qué expectativas tienen? “Es de alcance totalmente internacional y además complementa las normas de crecimiento de la OMS para niños de hasta 5 años. Por primera vez en medicina tenemos parámetros de desarrollo mental estándar a los 2 años de niños y niñas de las mismas madres que estudiamos en el primer trimestre de la gestación. Una evaluación completa, usando los mismos criterios y las mismas poblaciones saludables como estándares. Esta estrategia unificada de control integral materno-infantil se obtiene por primera vez para la madre, el feto, el recién nacido, los prematuros, los infantes y los chicos hasta los dos años”, explicó Villar.
Los pediatras (y sobre todo las madres y los padres) contarán con un método internacional integral, que incluye desarrollo mental, “basado en los criterios de la OMS y no en un mix de curvas locales, a veces de calidad dudosa y poco claro en relación a qué población están basadas, con medidas poco estandarizadas y que cambian si se mudan de ciudad o país”, detalló el profesional.
José Villar, que jamás olvida a su querida Rosario, se entusiasma con las posibilidades que tiene este trabajo porque además es un tema que lleva como bandera desde que era un estudiante.
Recibido en la UNR, es especialista en obstetricia y ginecología y actual profesor de Medicina Perinatal de la Universidad de Oxford, en Inglaterra. También trabajó para la OMS. Es autor de numerosos “papers” internacionales. El médico e investigador (que fue distinguido por este diario en 2012, en la ceremonia de los Destacados, como una de las personalidades de ese año) sigue apasionándose por mejorar la detección temprana de alteraciones en el desarrollo y crecimiento desde el útero hasta la niñez, y por brindar —desde la salud pública y privada— todas herramientas para la prevención y tratamientos de las embarazadas y sus hijos. Ahora, acaba de dar un gran paso en su tarea de brindar una atención integrada desde la concepción hasta el aula escolar.