El presidente brasileño acusó a sus antecesores por permitir reservas aborígenes que hacen “inviable” al país, en medio de los incendios.
El presidente brasileño Jair Bolsonaro acusó ayer a sus antecesores desde 1990 por permitir reservas indígenas para hacer a su país “inviable” y exigió disculpas de su colega francés, Emmanuele Macron, para decidir si acepta los 20 millones de dólares en ayuda para combatir el fuego en la selva del Amazonas.
En una reunión con los gobernadores transmitida en tiempo real, Bolsonaro convocó a “la unidad de los brasileños para defender la soberanía” y dejó en segundo plano el plan para combatir los incendios que se registran a gran escala desde inicios de agosto.
Animado porque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó por Twitter que Bolsonaro “hace un gran trabajo en la Amazonia”, el ex capitán del Ejército brasileño cargó contra Macron y contra la protección ambiental y las reservas indígenas previstas en la Constitución Federal de 1988.
Antes de la reunión, Bolsonaro había dicho que podría aceptar los 20 millones de dólares ofrecidos por el G7 para combatir el incendio del Amazonas después de recibir disculpas públicas de Macron, por haberlo llamado “mentiroso”.
Visiblemente molesto e irritado con la prensa, el presidente brasileño sostuvo también que no ofendió en un comentario en Facebook a la primera dama francesa, Brigitte Macron. En la reunión con los gobernadores, Bolsonaro no habló directamente del incendio y sí se refirió a su tradicional agenda amazónica: no demarcar ninguna reserva indígena más y trabajar para que en las existentes se pueda ejercer la minería comercial.
Dijo que uno de los objetivos de Macron con su proyecto de un “derecho ambiental internacional” era “hacer inviable a Brasil”.
“Y digo que si seguimos con áreas protegidas y regiones indígenas se termina el agronegocio en Brasil y si se acaba el agronegocio se acaba nuestra economía”, sostuvo.
Estuvieron presentes los gobernadores de los estados con bioma amazónico: Acre, Mato Grosso, Rondonia, Roraima, Amazonas y Pará, más el de Maranhao.
El gobernador de Mato Grosso, Mauro Mendes, del oficialista Demócratas, pidió dejar la exploración económica en áreas indígenas: “No puede haber una casa con un cuadro en la pared que vale millones mientras nuestros hijos mueren de hambre”.
Bolsonaro afirmó que existe un “lobby mundial” para demarcar tierras indígenas y que si él “hubiera entregado reservas a los pueblos originarios hoy no se hablaría de los incendios”.
Bolsonaro acusó a sus antecesores electos, comenzando por Fernando Collor de Mello, quien asumió en 1990: “Ellos fueron irresponsables, usando al indígena como masa de maniobra para no usar la maniobra para beneficios de todo Brasil”.
“Esto fue programado por alguien porque los indígenas no hacen lobby, no hablan nuestra lengua y tienen el 14 por ciento del territorio nacional”, subrayó. Los únicos dos gobernadores no bolsonaristas fueron los opositores Helder Barbalho, del estado de Pará, del Partido del Movimiento Democrático, y Flavio Dino, del Partido Comunista do Brasil (PCdoB).
Barbalho pidió “hablar menos de Macron y más de las medidas para combatir el fuego”, mientras que Dino repudió la demonización de los ambientalistas hechas por el mandatario y reclamó aceptar el dinero de las donaciones internacionales. “No podemos negar dinero porque romper plata no es algo sensato en esta coyuntura. No podemos decir que las ONG son enemigas de Brasil, prender fuego a las ONGs no salvará a la Amazonia”, sostuvo el comunista, a quien Bolsonaro calificó el mes pasado como “el peor de todos” sus opositores en la región nordeste, dominada por la izquierda.