Acusados de facilitamiento de evasión, siguen libres y trabajando. Los otros seis guardias correrán idéntica suerte. Aún hay cinco reos prófugos desde el 8 de mayo.
En un marco de profundo hermetismo oficial, y en una audiencia con ribetes más secretos que públicos, cuatro de los diez guardias del Servicio Penitenciario (SP) a cargo de custodiar a los nueve presos que dos semanas atrás se fugaron del vehículo que los trasladaba a la cárcel de Coronda fueron imputados ayer como coautores de “facilitamiento de evasión en su calidad de funcionarios públicos”. Según confirmaron desde el Ministerio Público de la Acusación (MPA) fueron imputados en libertad por la fiscal de Violencia Institucional Carina Bartocci en una audiencia que —se argumentó— no fue ante un juez porque no había medidas cautelares para tratar.
Los voceros indicaron que “los seis agentes restantes serán imputados bajo la misma modalidad en los próximos días” y que aún “se aguardan medidas para corroborar la mecánica de los hechos”, en alusión a pericias para establecer si las esposas que llevaban los reclusos “fueron falseadas, si se abrieron con algún elemento o si estaban mal colocadas”.PUBLICIDAD
También se indicó que los guardias hasta ayer seguían trabajando aunque no en sus tareas habituales relacionadas con el traslado de presos. Al cierre de esta edición había cinco evadidos prófugos.
Confirmado
El 8 de mayo, cerca del kilómetro 3 de la autopista Rosario-Santa Fe, un minibús que llevaba a trece presos de Coronda que habían mantenido un encuentro con familiares en Rosario se detuvo imprevistamente sobre la banquina. Nueve de los reclusos se fugaron tras reducir a un par de guardias a golpes, sustraerles las armas a cuatro de ellos e incluso enfrentarse a tiros. Los otros cuatro se quedaron a bordo del vehículo. Dos penitenciarios sufrieron leves heridas de arma de fuego.
De los evadidos, Alberto Augusto Quiroz, Diego Alberto Sosa y Nahuel Arce fueron recapturados ese mismo día mientras que Alejandro Candia fue apresado el martes de la semana pasada. En tanto, hasta anoche permanecían prófugos Carlos D’Angelo, condenado a 23 años por matar al comerciante Edgardo Giménez; Mariano Cardozo, con condena hasta 2022 por un robo seguido de muerte; Leandro Cabalie, preso por un homicidio ocurrido en 2016; Hugo Peralta, con causa por robo calificado; y Alfredo Rojas, con imputación por amenazas calificadas.
Desde un primer momento la evasión se convirtió en una usina de versiones que circulaban por grupos de WhatsApp, no sólo entre periodistas sino también de ciudadanos comunes que de pronto se encontraban con “la posta de lo ocurrido” en su teléfono.
Como suele ocurrir en estos casos, la reconstrucción de lo ocurrido contiene más desmentidas que confirmaciones. La primera versión en caer fue la de la emboscada de dos vehículos que le cerraron el paso al minibús del SP. Horas más tarde el ministro Maximiliano Pullaro aclaró que no había otros rodados involucrados, pero algunos de los evadidos habían robado al menos dos autos —no se aclaró si sobre la autopista o en las inmediaciones— para huir, vehículos que luego aparecieron abandonados.
Interrogante
El resto de lo ocurrido en el incidente quedó envuelto en un gran interrogante cuya única respuesta oficial hasta ayer es que la Justicia debe establecer la mecánica del hecho y para ello se esperan pericias. Entre las preguntas por develar están las circunstancias en las que se detuvo el minibús. Caída la hipótesis de la emboscada, hasta ayer había dos versiones que coincidían en que hubo una quema en el compartimiento donde iban los presos, donde supuestamente prendieron un cigarrillo, un papel o un porro.
A partir de ello, una versión indicaba que al sentir olor a quemado los guardias detuvieron el minibús, bajaron a ver qué ocurría y al abrir la puerta trasera del vehículo se les abalanzaron algunos presos. Sin embargo, otra versión difundida en medios de Coronda (donde residen varios de los empleados del SP) indicaba que ese incidente ocurrió de esa manera pero con el vehículo en marcha ya que el guardia fue reducido al acercarse al compartimento y entonces eso precipitó la detención del minibús.
Otras preguntas a responder para establecer qué pasó tendrán que ver con las armas que aparecieron en la escena, si todos o algunos de los reclusos estaban o no esposados y, fundamentalmente, cómo pudo haber sido planeada —y financiada— una operación que no aparece como un hecho accidental o espontáneo. En ese sentido también sería interesante establecer si el episodio tuvo que ver sólo con las ansias de libertad de los evadidos o si hubo otros ingredientes como las internas y enconos policiales, judiciales y políticos de esos que a veces recrudecen en tiempos electorales.
Responsabilidades
“Lo principal es establecer la responsabilidad de cada guardia: qué hizo el chofer, el acompañante, el que fue a ver qué pasaba y los presos se le tiraron encima, qué hizo cada uno. Eso es fundamental para saber qué pasó”, señalaba ayer un vocero ministerial que prefería no confirmar ninguna de las versiones en danza alegando que lo más sensato es que la mecánica del hecho sea develada por la Justicia.
“En principio —agregó la fuente— se abrió un sumario administrativo pero los guardias que iban en el vehículo continúan trabajando en otras funciones, ya que en principio fueron separados de sus tareas en los grupos de traslado”.
Por lo pronto cuatro guardias fueron imputados ayer, otros seis —las identidades de los diez no fueron dadas a conocer— lo serán en los próximos días y cinco evadidos permanecían prófugos hasta anoche. Dos semanas después, mientras esas versiones siguen circulando, los principales interrogantes sobre la fuga siguen a la espera de pericias y respuestas oficiales.