Con mayor presencia de inspectores y la promesa de controles sostenidos, el municipio busca dar respuesta a los reclamos de comerciantes. Los vendedores ambulantes denuncian persecución y piden una mesa de diálogo.
El corazón comercial de Rosario amaneció hoy con un clima de notoria tensión. Desde primera hora de este jueves, la Municipalidad puso en marcha un nuevo y reforzado operativo de control municipal para el reordenamiento de la venta ambulante, con un foco especial en la peatonal San Martín. La medida, que busca regular la actividad de los manteros en Rosario, reavivó el histórico conflicto manteros y comerciantes.
Bajo la coordinación de la Secretaría de Control y Convivencia, varios equipos de inspectores municipales, acompañados por personal de la Guardia Urbana (GUR), recorrieron las cuadras más concurridas de la peatonal. El objetivo, según fuentes oficiales, es “garantizar el cumplimiento de las normativas vigentes sobre el uso del espacio público y combatir el comercio ilegal“.
Diego Herrera, titular del área de Control, afirmó en declaraciones a la prensa: “No se trata de una persecución, sino de aplicar un ordenamiento necesario que los propios vecinos y comerciantes formales vienen solicitando hace tiempo. El espacio público es de todos y debemos garantizar la libre circulación y la seguridad”. La medida implica notificar a los vendedores sobre la prohibición de instalarse en zonas no permitidas y, en caso de reincidencia, proceder al decomiso de la mercadería.
La respuesta por parte de los manteros no se hizo esperar. Agrupados en la vereda, manifestaron su descontento y denunciaron que la medida los deja sin su única fuente de ingresos. “En medio de esta crisis, venimos acá a ganarnos el pan dignamente. No robamos, trabajamos. Necesitamos que nos den una solución, una alternativa, no que nos saquen con la fuerza”, expresó una de las vendedoras que prefirió no dar su nombre.
Por su parte, la Asociación de Comerciantes de la Peatonal San Martín respaldó el operativo. Su presidente, Carlos Benítez, aseguró que “la venta ilegal es una competencia desleal que nos perjudica enormemente. Pagamos impuestos, alquileres y sueldos, y esta situación era insostenible”.
La jornada transcurre con un frágil equilibrio, entre las recorridas de los inspectores y los vendedores que, por momentos, levantan sus puestos para volver a instalarlos minutos después. El municipio asegura que los controles serán permanentes, abriendo un nuevo capítulo en un conflicto que parece lejos de encontrar una solución definitiva.