Urtubey, Massa y Pichetto reaccionaron de manera dispar. El más crítico fue Lavagna, quien calificó de “marketing” la iniciativa de la Casa Rosada.
El acuerdo que lanzó el gobierno nacional para consensuar con la oposición diez puntos que tiendan a garantizar la estabilidad hasta las elecciones, se meció ayer entre reparos, fuertes críticas y también en aceptaciones. Salvo en un selecto y poderoso grupo empresarial (que dio su respaldo de manera monolítica), en la esfera política, sobre todo en la oposición, esta suerte de pacto tuvo reacciones disímiles en los destinatarios originales del convite oficialista.
El senador Miguel Angel Pichetto, el dirigente opositor con más sintonía con la Casa Rosada, reclamó que el acuerdo de coincidencias básicas “debe ser amplio y generoso y sin contaminación electoral”.
Luego de mostrar el jueves su apoyo, ayer puso reparos a la convocatoria del gobierno y reclamó que los debates que puedan darse deben ser “preservando las identidades de cada uno”.
Pichetto formuló estos conceptos luego de que el ex ministro de Economía de la Nación, Roberto Lavagna, a quien impulsa como precandidato presidencial, fustigó el proyecto de acuerdo. “No sirve, es puro marketing”, señaló Lavagna.
El ex ministro de Economía dijo ayer que el acuerdo es “una operación de marketing del gobierno que carece de contenido”.
Según Lavagna ,”ni siquiera hay que tomarlo seriamente como un acuerdo, es una operación de marketing político con vistas a las elecciones”, insistió.
Además, adelantó que si se lo propusieran —algo que no ha ocurrido hasta el momento—, lo primero que haría sería “preguntarles ¿cómo se puede hablar del futuro, si no hay crecimiento?. De eso hay que hablar, no de frases vacías de contenido”, disparó.
En tanto, el gobernador de Salta y precandidato presidencial de Alternativa Federal, Juan Manuel Urtubey, consideró que ningún dirigente político “se puede negar a debatir políticas públicas con el gobierno, aunque tengamos diferencias ideológicas sobre cómo se implementarían para poder solucionar los problemas de la gente”.
El jueves, cuando desde el Ministerio del Interior que conduce Rogelio Frigerio lanzaron oficialmente la convocatoria, se especificó que se le había enviado un borrador con los puntos del acuerdo a Pichetto, Urtubey y Sergio Massa.
El tigrense, precisamente, aprovechó esta invitación para subirse a un atril y sentar posición en una mezcla de acto político con conferencia de prensa.
“Me mandaron los 10 puntos por Wathsapp” se quejó airadamente ante la prensa. “Se trata de una operación de prensa, una trampa en tiempos electorales”.
Para el líder del Frente Renovador la propuesta de la Casa Rosada es apenas una “expresión de buenos deseos, con frases genéricas, poco claras”.
Massa rechazó esta primera propuesta de la Casa Rosada porque considera que “no se trata de un llamado al diálogo”. Luego amplió: “El diálogo debería ser sin exclusiones de ningún sector de la oposición, porque no hay opositores buenos y opositores malos”, en clara alusión a Cristina Kirchner, que no fue convocada por el Ejecutivo nacional.
El precandidato a presidente pretendería que el propio Mauricio Macri se involucre en la convocatoria, que, por lo demás, debería incluir “los problemas de trabajo, de las pymes”.
Consultado por LaCapital sobre si incluye entre las “expresiones de buenos deseos” las reformas laboral y previsional que aparecen entre los 10 puntos de discusión que propone el gobierno, Massa opinó que la única “sustentabilidad a discutir es la de los jubilados”. Sobre la “modernización laboral” que propone Macri, Massa, por ahora, no se pronunció.
Finalmente dijo que “si el gobierno no convoca a toda la oposición, la convocaremos nosotros, para trabajar en común los problemas de la Argentina”, concluyó Massa. Las palabras del tigrense podrían interpretarse como una vocación de sentarse con el sector opositor de mayor envergadura ( y votos) que tiene la oposición al gobierno de Macri: el kirchnerismo y sus aliados.