El ex jugador de Unión, Colón, Boca y River estaba deprimido y fue encontrado sin vida.
El ex volante derecho santafesino Julio Toresani fue hallado sin vida en las primeras horas de ayer en las instalaciones de la Liga Santafesina de Fútbol, donde lo alojaban los directivos de la entidad desde hacía un meses. Conocido en el ambiente futbolístico como “Huevo”, Toresani tenía 51 años y tres hijos. Hacía unos años había superado un cáncer linfático, desde enero estaba desocupado y en un conflictivo proceso de separación de su segunda mujer que incluyó una denuncia por violencia de género. El último trabajo como técnico había sido en Rampla Juniors de Uruguay, equipo del que fue despedido tras una serie de malos resultados y un incidente con el presidente de la institución.
Voceros de la policía de investigaciones de Santa Fe indicaron que la causa de muerte fue suicidio, un final que no sorprendió a sus allegados, quienes aseguran que venía atravesando un trastorno depresivo, reflejado en varios whatsapp con tono melancólico y en una atención de urgencia, días atrás, en el hospital José María Cullen tras una ingesta de tranquilizantes y alcohol.
Si se tiene en cuenta que la mayoría de los jugadores que aspiran a llegar a la gloria eterna del fútbol no lo logra, Toresani fue parte de esa mayoría. Se inició en Pucará pero comenzó a brillar en las inferiores de Unión de Santa Fe, club con el que debutó en primera en 1986, de la mano del ex mundialista Leopoldo Jacinto Luque. Fue un 6 de octubre contra Boca, el cotejo terminó 0 a 0 pero la noticia fueron las cinco promesas tatengues, entre las que se encontraba un dinámico Toresani de apenas 18 años. Tras un breve paso por Instituto de Córdoba (entre 1989 y 1990), Huevo empezó a zigzaguear en las primeras líneas del fútbol santafesino y porteño. Volvió a Unión (90-91) antes de dar el primer gran salto de su carrera: fue transferido a River, donde jugó hasta 1995 para luego recalar en Colón de Santa Fe, cuando se declaró hincha sabalero.
Jugó en Boca (96-97), pasó por Independiente (98-99) y regresó a Colón (entre el 99-2000). Su único club en el exterior fue Audax Italiano de Chile, antes de su tercer y último paso por Colón. Se retiró en Patronato de Paraná al concluir la temporada 2003-04.
Como técnico debutó en San Martín de San Juan (2005), pasó por Colón, Aldosivi de Mar del Plata, The Strongest de Bolivia, Sportivo Italiano, Deportivo Madryn, San Martín de Mendoza, Textil Mandiyú de Corrientes y Alumni de Villa María. Retornó a Colón como ayudante de Diego Osella en 2014, luego recaló en Liga de Loja de Ecuador, Sportivo Italiano, Real Potosí de Bolivia, Sportivo Patria de Formosa, Orense de Ecuador y Uruguay.
Pero ayer, cuando el mundo futbolero rememoró la historia de Toresani en las canchas, se lo recordó fundamentalmente por la pelea con Diego Maradona, quien lo desafió con una frase que se transformó en un hito: “Lo espero en Segurola y La Habana”.
El encontronazo había ocurrido en el partido de regreso del Diez a Boca, el 7 de octubre de 1995 en la Bombonera. Amonestaron a Maradona pero Toresani fue expulsado y luego declaró: “A mí me echó Maradona. Y lo que diga cuando escuche esto, no me importa un carajo. Pero quisiera tenerlo de frente para ver si me dice las cosas que me iba a decir, que me iba a agarrar afuera. Está bien, yo me la banco: lo iría a buscar a la casa”, disparó el por entonces mediocampista sabalero.
Maradona fiel a su estilo le contestó: “A Toresani le dije que vivo en La Habana 4310, séptimo piso. No tengo ningún problema en que me venga a buscar, de pico son todos guapos, a ver si este que no existe tiene cara, yo le pedí a Lamolina que no lo eche, lo juro por mis hijas, lo repito: Segurola y La Habana y vamos a ver si me dura 30 segundos”.
La anécdota se repitió como símbolo de “aguante” hasta ayer, en que el propio autor reconoció por Twitter. “Pensar que lo quise pelear y hoy lo lloro”. Pero no quedó allí, Maradona preguntó “¿por qué Boca, River o la AFA no les dan apoyo a los futbolistas que pasan por esta situación?”. Una pregunta que obliga a una sincera y urgente respuesta.
Debut en Unión de la mano de Luque
La nota de El Litoral de 1986 muestra a un joven Toresani de 18 años junto a otras jóvenes promesas tatengues: Ariel Catinot, Ricardo Altamirano, Beto Acosta y Marcelo López. Todos bajo la tutela del mundialista Leopoldo Jacinto Luque.
“Existir dejando de existir”
Ser futbolista a toda costa, buscar una salvación social o perseguir un yo ideal como ser un jugador de primera o aún más, un Messi o un Icardi, puede ser un serio riesgo para un sujeto vulnerable, según los profesionales de la salud.
“El tema de la salvación no es sólo de los futbolistas, está en el imaginario de las masas. La paradoja es que hoy este hombre (Toresani) logra más centimetraje mediático que lo que venía teniendo, es decir dejando de existir, existe. Su propia tragedia es casi de un modo deliroide de salvación. Estas cosas ocurren en un momento de perturbación psíquica multifactorial”, dice el titular de la cátedra de Paidopsiquiatría de la Facultad de Medicina de la UNR.
“La persona en esa situación _agregó el médico_ lo que quiere es dejar de sufrir, no importa cómo. Está cansada del dolor, pero no es sólo un cansancio físico sino psíquico. Y ese dolor psíquico se vincula a una percepción de un ideal perdido: el dolor de ya no ser”.
Para García Riera el nivel de tolerancia de los sujetos a la “picadora de carne” que puede significar el mundo del fútbol es claramente disímil. “Hay sujetos que pueden tolerar pasar efímeramente por la gloria y reinventarse, pero otros no tienen recursos, caen en los policiales, o aún peor, en las necrológicas”.
Para el profesional, el mundo futbolero debería trabajar preventivamente con los adolescentes a la manera de “sostén”. E hizo hincapié especialmente en los casos de los jóvenes desarraigados de sus pequeñas poblaciones y familias hacia las grandes urbes.
“Los jóvenes son llevados de golpe a vivir a una ciudad, con lo bueno y malo de eso, y encima se les suma la exigencia del rinde del fútbol y las exigencias categóricas, como si no se logra algo no se sirve. Hay que tener en cuenta todo: la historia de vida del sujeto, las experiencias tempranas, cuestiones familiares, ambientales, biológicas, genéticas. El futuro brillante es sólo para unos pocos elegidos, se puede tener mucha habilidad física pero si hay bloqueo psíquico, lo físico quedará deslucido. Hay que ver cuáles son las aspiraciones de ese joven cuando empieza a jugar y si estará en condiciones de sobrellevar el estrés, la disciplina. El acompañamiento no significa couchear, hablo de sostener, de una tutoría entrenada”, dijo.
Por ayuda en salud mental
La ley de salud mental alienta a que los profesionales se integren a los centros de salud y hospitales generales. En Rosario, los hospitales (con recursos siempre escasos) tienen guardias las 24 horas para recibir a pacientes angustiados, con consumo de sustancias o intento de suicido. También están el Centro Agudo Avila (Suipacha 667) y el Sies (107).