“Estamos sorprendidos, igual que todo el mundo”, dijo Rodrigo Linares, uno de los dueños del bar Jimmy.
“Estamos sorprendidos, igual que todo el mundo. No tenemos deudas, problemas con alguien, ni hubo mensajes o amenazas previas”, dijo sin encontrar explicación Rodrigo Linares, uno de los dueños del bar Jimmy, que fue baleado en la noche del domingo en la seguidilla de tres balaceras registradas en Pichincha. El empresario gastronómico anunció que cerrará las puertas de su local de Riccheri y Brown por las noches durante esta semana y pidió un patrullero en la puerta que brinde seguridad. “Si tengo que pensar en alguna motivación, buscaría por el tinte político”, dijo el joven.
Era la medianoche del domingo y en el bar no había parroquianos. Sólo la encargada y personal. Se escuchó primero el ruido de las detonaciones y luego una de las balas perforó el vidrio de una de las ventanas del bar, a la altura del pecho de un adulto.
Ayer, mientras el vidriero estaba reemplazando el paño destrozado por el proyectil, Linares seguía sorprendido. “Me dicen que un tiro pegó en el capot de un auto, y sobre la fachada había otro. Esto es una locura total”, dijo agarrándose la cabeza.
Algunos testimonios señalaron a un Volkswagen Bora gris que, sin frenar y en medio del giro a la derecha, pasó por la esquina y disparó balas calibre 9 milímetros.
“Esto es un garrón. Hoy (por ayer) cierro a la tarde-noche, mañana también. No tengo un patrullero en la zona”, aseguró el empresario.
“No estoy metido en nada raro, ni yo ni mi socio, no tenemos enemigos. Esto viene por otro lado, tiene otro tinte, es algo político o algo así. Es lo único que me queda pensar, por mi lado nada”, remarcó Linares.
Duda de si le quisieron tirar a su bar. Mas aún luego de los episodios anteriores donde otros dos bares del mismo barrio y ubicados a pocos metros también fueron baleados el fin de semana: Blacklista y Alabama, que está cerrado.
“Tres bares distintos con tres dueños distintos. No le veo algo que se relacione. Calculo que fue para movilizar a la gente. Tengo que dar explicaciones que no tengo, porque no sé qué pasó. Si me tengo que inclinar por algo, es lo político, no veo otra razón”, le dijo a LaCapital. Preocupado porque la caída en la rentabilidad por el cierre de su comercio, el joven comentó que pidió custodia a las autoridades. “Estimo que el miércoles por la noche abro, pero con custodia. No sé que puede pasar”, comentó.
“Soy rosarino, jamás imaginé que me podía pasar algo así. No tengo miedo por mí, sino por otra gente, los vecinos. Esto es una locura”, indicó. Ahora resta que los pesquisas analicen el contenido de las cámaras de videovigilancia de la zona.