Los equipos territoriales del Ministerio de Educación de la provincia fueron casa por casa para inscribirlos al plan Vuelvo a Estudiar.
Los equipos territoriales del Ministerio de Educación salieron a buscar, casa por casa, a 4.700 jóvenes que por distintos motivos dejaron su escolaridad, para convocarlos a retomar el secundario mediante el programa “Vuelvo a Estudiar”.
De ese total, 1.500 jóvenes pertenecen a Rosario, 650 a Santa Fe y el resto a distintos puntos de la provincia. Los fueron a visitar 81 consejeros juveniles del plan Vuelvo a Estudiar, junto a los equipos socioeducativos del Ministerio de Educación y equipos territoriales de varios municipios.
“Creemos que este plan está permitiéndonos garantizar un derecho fundamental como es el de la educación, que nosotros lo consideramos como la madre de muchos otros derechos. La educación permite construir a cada ciudadano una vida digna, un trabajo decente, un proyecto de vida individual y colectivo”, señaló la ministra de Educación de la provincia, Claudia Balagué, y agregó: “El plan es una acción concreta, contundente, con la llegada del Estado al territorio para garantizar efectivamente ese derecho a la educación”.
Desde el 2013, el gobierno de Santa Fe lleva adelante el plan, con el que más de 25 mil estudiantes fueron incluidos a través de las tres líneas: Territorial, Virtual y Tiempo de Superación.
Las visitas
Las visitas masivas de los equipos del Vuelvo a Estudiar se concentran fuertemente a principios de año en los barrios priorizados por el Plan Abre, a los que se suman otros sectores con mayor cantidad de estudiantes a buscar. Luego, durante el año, los consejeros juveniles de cada territorio continúan visitando casa por casa a los jóvenes y acompañándolos en el regreso a la escuela o bien, en el cursado de otras trayectorias puente, que permitan encarar posteriormente la vuelta a la escuela.
Estos equipos, visitan (en dupla) a los estudiantes en sus domicilios a partir de un listado que se construye con los datos que arroja el Sistema de Gestión y Administración Escolar (Sigae), creado en 2008 y único a nivel nacional. El sistema registra a los estudiantes con DNI, lo que permite relevar sus trayectorias educativas, detectando las situaciones de interrupción del cursado.
Cada año se toman del Sigae los datos de aquellos estudiantes que no registraron inscripciones en el sistema durante el año precedente. En este ciclo lectivo, se buscaron a los jóvenes que, habiendo estado inscriptos en 2017, no registraron asistencia en ninguna escuela durante 2018.
Una vez en el aula, los estudiantes tienen un consejero estudiantil que los acompaña en el proceso de contención y hace de nexo entre la escuela y el barrio.
Tres hermanas que van por más
Sheila, Eliana, y Cecilia Martínez son hermanas y las tres terminaron los estudios secundarios mediante el plan (línea territorial) en el Eempa N° 1.037 “Mónica Chirife” en Rosario. Ahora van por más y ya se inscribieron en la carrera de Enfermería de la Facultad de Medicina, y en Gastronomía.
Apostar por una carrera de nivel superior es difícil, y más en un barrio humilde como Santa Lucía, emplazado en el sudoeste de la ciudad, en el límite con Pérez. Al otro lado de Circunvalación se configuran 16 manzanas con familias que buscan forjarse un destino y darles pelea a las adversidades.
Cecilia Martínez tiene 27 años, vive con dos hijas de 11 y 5 años. Retomó la escuela porque su hermana Sheila ya se había inscripto y enseguida vio la oportunidad. “Quiero estudiar Enfermería, a mi mamá siempre le gustó esa carrera, pero por un tema económico nunca pudo. Ella vino de Corrientes y siempre quiso estudiar”, relató Cecilia, la hermana mayor que se inscribió en la Facultad de Medicina.
Del plan del Ministerio de Educación rescata la predisposición de los referentes territoriales, en su mayoría jóvenes de menos de 35 años, que buscan casa por casa a los jóvenes que abandonaron la escuela, y explican que no todo está perdido. “Los chicos referentes me ayudaron con el ingreso y pude terminar en el Eempa. Las tres íbamos al mismo curso y el profesor de matemática nos decía Las Trillizas Martínez”, contó.
Sheila es la hermana del medio, tiene 22 años. Había dejado la escuela por embarazo y su retorno al aula tuvo que ver una amiga que concurría al Centro de Convivencia Barrial (CCB) de Santa Lucía. “El programa me ayudó a encontrar una escuela. Antes buscaba, pero o me quedaba sin banco o me perdía las fechas”, valoró Sheila.