Riorda y Fara, consultores políticos, consideran clave que la dirigencia sintonice correctamente con el humor de los ciudadanos.
Inflación sin freno, desocupación y pobreza en alza, escándalos judiciales en ambas veredas políticas e inseguridad son factores clave que alimentan el malhumor social en un año con calendario electoral a full. Juntos, constituyen una sensación térmica que acompañará por igual a oficialistas y opositores en una campaña que ya comenzó a rodar.
Para Mario Riorda, consultor en estrategia y comunicación política, “las situaciones de crisis son, por lejos, los contextos más delicados y sobrecargados de susceptibilidad social y, en ese sentido, expresiones festivas, jocosas y desentendidas de la dificultad sufren fuertes rechazos”.
De todos modos, el experto señaló a La Capital que “una cosa es el acto celebratorio y otra bien distinta es el uso de discursividades esperanzadoras respecto del futuro, que parecen no tener contraindicaciones en la utilización electoral”. Y agregó: “La autorregulación del optimismo toma como medida al propio futuro y el tamaño de las expectativas que puede llegar a generar”.
Riorda también advirtió que ninguna estrategia electoral logrará eludir el actual marco de crisis: “Es un factor que siempre complica a todos porque genera una susceptibilidad ambiente”.
“No obstante, el oficialismo nacional había recibido enormes dosis de confianza que no pudo solidificar con respuestas acordes en términos de políticas públicas concretas y de valores simbólicos como espacio. Hoy se sustenta como contraidentidad del pasado y no vía una identidad forjada en elementos positivos de la gestión”, abundó.
Sin embargo, el derrumbe oficialista no le estaría allanando el camino a la oposición. “Sea porque no es un espacio homogéneo, porque no agrega intereses y porque ningún espacio concentra toda la representación. A lo sumo, simboliza un segmento importante, pero por ahora no a las mayorías. Y quien más lo hace, Cristina Kirchner, es también quien más aglutina rechazo”, precisó el experto.
Tampoco se avizora para el todo el arco político un medio ideal a la hora de hacer campaña. “No hay un único camino y depende de los candidatos. El oficialismo decidió cerrarse y apunta a fidelizar su voto más duro para, de ese modo, evitar fugas en su espacio. Y quizás no tenga hoy otra opción de cara a la primera vuelta”, indicó Riorda.
Respecto de la oposición, el experto aseguró que “el kirchnerismo decidió especular porque en silencio no crece significativamente (aunque algo lo hizo) y se consolida como la oferta más votada para la primera vuelta”.
Al mismo tiempo, Riorda destacó que los espacios centristas, “que están en plena puja para resolver si agregan sufragios (de cara a plantear múltiples postulaciones para dilucidar su candidatura final en las Paso o plegarse a una oferta opositora más amplia) o bien establecen un proceso previo vía consenso, juegan al posicionamiento individual antes que colectivo”.
“Quizás todos los espacios políticos estén haciendo lo poco que pueden hacer en los estrechos márgenes de actuación que tienen”, concluyó el presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores en Campañas Electorales (Alice).
Paralelamente, el consultor político Carlos Fara afirmó que, frente a la crisis, “tampoco tiene sentido un candidato con cara de velorio porque eso no genera empatía ni esperanza”. Y añadió: “También depende del estado de ánimo de cada segmento”.
“Un sector puede estar angustiado, pero ver al futuro con esperanza. En ese marco, las sonrisas no son inadecuadas. La clave es sintonizar correctamente con el humor social, aunque desde el rol de dirigente político. Esto es: alguien que no baja los brazos, que tiene optimismo sensato, que no vende humo ni tampoco deprime al electorado y, sobre todo, que transmite que sabe qué hacer para salir de una situación negativa. No es una simple cuestión de empatía, también existe una cuestión proyectiva”, ejemplificó a este diario el experto.
De inmediato, Fara le envió un mensaje a la dirigencia política: “La crisis complica a todos porque, cuando llueve, moja tanto al oficialismo como a la oposición. Cuando hay mal clima, el horno no está para bollos”.
“Por eso, los discursos excesivamente críticos por sí solos no funcionan si no hay como contraparte algo propositivo. El electorado no hace diferencia entre unos y otros: habitualmente ve a la política como un todo”, prosiguió.
Frente a una campaña in crescendo, Fara enfatizó que “la primera clave es el tono, porque en una crisis hay que ser muy contemplativo con la angustia de la gente, razón por la cual el candidato no debe profundizarla ni contradecirla, simplemente tiene que acompañarla”.
“La segunda cuestión es llamar la atención mediante una esperanza. Sin luz al final del túnel, la propensión a votar una alternativa se vuelve complicada. Es difícil sacar a la gente de la angustia y la resignación”, sentenció el analista político y encuestador.