Inflación record, remarcación de precios, tasas de interés por las nubes y la deuda con el FMI
Inflación record, remarcación de precios, tasas de interés por las nubes, la deuda con el FMI, aumento de pobreza, es una música que tenemos incorporada en nuestro espectro temático de cada día, temas repetidos y no superados. Siempre la misma cantinela.
Cuando hablamos sobre contexto económico, lo primer que confundimos es “dinero” con “riqueza” y no son conceptos equivalentes en sus significados. Originariamente el rico era quien disponía de oro y plata. En verdad un pueblo rico o una persona considerada como tal (en términos económicos) es aquel que detenta una infraestructura como autopistas, ferrocarriles, puertos, comunicaciones, fabricas en pleno proceso productivo, arte, cultura, educación de nivel y una población productiva entre otros.
La riqueza es lo que consumimos, lo que producimos, con lo que nos vestimos, como nos educamos, en que invertimos. Los más ingenuos consideran que tener más dinero circulando nos facilitaría el acceso a comprar esto que no tenemos. Ahora si así de fácil fuera, seriamos campeones del mundo en riquezas y sin embargo nuestra pobreza crece según el Indec.
La mayor cantidad de dinero circulando (cuando emitimos o tomamos prestado) reduce de plano el poder de compra de cada billete. De hecho podes comprar menos unidades con la misma moneda. Paradójico es que hay quienes defienden con cinismo este esquema perverso.
La cantidad total de dinero que circula, la velocidad a la que cambia de manos, es siempre igual al valor total de las mercaderías adquiridas (o que se pueden comprar). Siendo así, el valor de la moneda varia en sentido contrario, respetando la proporción con la cantidad de dinero circulando. Tecnicisno, nada mas.
¿Hablamos de las consecuencias, siempre? Argentina te obliga a convivir con el monstruo de la inflación, bestia que el mundo domó hace siglos. Siempre la misma música, los mismos temas, las mismas recetas y por ende los resultados a la vista. Es como que a sabiendas que nos va a ir mal igual, nos enfocamos en repetir las desgracias.
Aumentar la cantidad de dinero que circula no tiene otro fin qué el de financiar al descontrolado Estado, que gasta por lo que no genera y cuando distribuye no prioriza el mediano ni el largo plazo, resolver el presente a como de lugar, tapar los agujeros y el que viene, se haga cargo (de las explicaciones) porque los costos, son de los ciudadanos y en diferentes escalas. La inflación no es el problema, es la consecuencia. El problema esta claro.
¿A quien le pega con mas fuerza? Supongamos una economía se enfoca en producir gasto publico A. Los mayores gastos que su demanda genera naturalmente eleva sus precios (infraestructura, mano de obra, recursos privados). Los participantes (empresarios y empleados) del grupo A podrán disponer de mayores ingresos en los que gastar como deseen en sus proveedores del grupo B.
Este grupo B, verá que su demanda crece y subirán sus precios, sus ingresos nominales y compraran mas bienes y servicios al grupo D y así sucesivamente. Al final del modelo, los precios subieron, los ingresos nominales también y la cantidad de riqueza neta o real, permanece inalterada (en el mejor de los casos).
Los participantes del grupo A reciben y compran con el dinero adicional (por la subida de precios) mas bienes y servicios que antes de la suba, se benefician. Los del grupo B, toman decisiones ya con precios en alza, aunque también gozan de alguna ventaja (menor).
El resto de los grupos, ven que sus ingresos consecuencias del esquema descripto ven que sus ingresos crecen en menor proporción que el aumento de precios (var. ingresos < var. inflación) se ven claramente damnificados, pagan mas por menos y en definitivas su nivel de vida cae.
Esta ventaja temporal e ilusoria de beneficio a un grupo se logra solo a expensas de otros (el resto) generando las consecuencias por todos tristemente conocidas y no resueltas. La inflación distorsiona la brújula de las decisiones, desorienta el capital productivo en financiero y para que seguir contando si la sabemos de memoria.
Controlar el valor como sea. Se destruyo el $, esta claro, le sobra un 0 y nadie lo quiere. Si tenés algunos dando vueltas, los pasas a dólares. Nadie ahorra en pesos, ni los funcionarios lo hacen. La confianza es nula.
Controlar el valor del $ en estos escenarios es una utopía y además tan cara como lo que pagamos en intereses de leliqs. O crees que eso no es un costo en términos de las riquezas que dejamos de generar? ¿Será un negocio para pocos y de un rendimiento que trituro la producción? Los números no indican lo contrario. El valor del $ es la confianza que tenemos en él y en quienes diseñan la política económica y monetaria. El valor actual del peso es el que pensamos que va a tener en el futuro. ¿Cuanto crees que valdrá tu $ en 6 meses? Estremece pensar cuanto mas perderás.
Un gasto impagable, producto de un populismo tramposo, nos hundió en una crisis muy compleja. No hay plata que alcance y en las últimas décadas se multiplicaron las erogaciones sociales, el empleo público, los impuestos y la inflación. Resultado, mas pobres +32%. Algo no anda bien y pasan décadas discutiendo lo mismo.
¿Se puede salir de esta trampa asfixiante? Si claramente que se puede o acaso el mundo no lo hizo? Incluso, los países vecinos a quienes supimos subestimar en las consideraciones, detentan tasas de inflación anuales que equivalen a las nuestras en términos mensuales.
A esta altura de la democracia creo que ya nos merecemos un gobierno de turno que haga el esfuerzo hasta ahora nunca hecho: tener una estructura burocrática acorde a la de una argentina quebrada y que priorice la producción privada con incentivos fiscales que vuelva a ordenar las fichas del tablero (trabajo antes de reparto, producción antes que finanzas y los agentes privados antes que los burócratas de turno).