La crisis económica hizo crecer la cantidad de cartoneros, pero también de gente que revuelve los tachos para comer. Hasta hace dos años eran 1.700.
Corrientes y 9 de Julio. Miércoles, dos de la tarde. Un hombre acomoda los cartones en un carro atiborrado que tira con una moto Zanella blanca. La postal dejó de ser rara en Rosario luego de los años 90, pero es cada vez más común y repetida. El incremento del cirujeo, en especial en micro y macrocentro, es perceptible y se ha convertido en otro indicador de la crisis económica que afecta al país.
Según una alta fuente del municipio, el problema de recolección que podía ser de contenedores desbordados, hoy pasa más por la basura que queda revuelta alrededor, porque justamente las personas rompen las bolsas, se llevan lo que le sirve y el resto, lo dejan afuera. Esto genera suciedad, sobre todo en la zona céntrica, como por ejemplo en la esquina de Colón y Mendoza.
Los números respaldan esta percepción: el Relevamiento Nacional de Barrios Populares, que desde 2016 realizan organizaciones sociales en articulación con el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, dice que en los 112 sectores de Rosario donde se hace esta medición hay tres mil personas que viven del cirujeo y son sostén de familia. Según datos del municipio, entre 2015 y 2017 habían relevado unas 1.700 familias que realizaban estas tareas, 1.400 de las cuales lo hacían con caballos, hoy prohibidos.
La gente que sobrevive buscando en la basura no realiza las mismas tareas: están los cartoneros y recicladores, que juntan distintos tipos de material (en general cartón y papel, que son los que mejor se pagan), lo separan y lo venden; y otros que directamente buscan comida entre las bolsas para “zafar” el hambre del momento, cuya situación es más precaria y exceden esa cifra de tres mil.
Los primeros suelen ir en moto, bicicleta, a pie o con un caballo que tira del carro, aunque de estos quedan pocos y en los barrios, luego de la sanción de la ordenanza que prohibió la tracción a sangre en 2017. Los segundos van casi siempre caminando y es imposible medir cuántos son.
Sobrevivir
Victoria Clerici, integrante de la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores, una rama de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), afirma que este último caso es el que más creció en los últimos tiempos. “Se ven muchas mujeres grandes, a lo mejor con una mochila, revolviendo en los tachos para sacar alguna prenda o algo para comer, o gente que se tira de cabeza adentro de los contenedores. Esto no se veía desde fines de los 90 y el 2001”, dice con preocupación.
También aumentaron los cartoneros, producto de la situación económica. “Cuando hay crisis siempre sube la población de la economía popular. Lo último que hacés, cuando no tenés más nada, es salir a cartonear. Por eso estamos hablando con el municipio para que se pueda reconocer a esos compañeros, que al separar lo reciclable le ahorran millones al Estado en entierro de residuos”, analiza Clerici.
La referente relata que desde que se prohibió la tracción a sangre, hay personas que tuvieron que empezar a caminar grandes distancias para poder seguir juntando cartón. “Tenemos compañeros que van al centro caminando desde zona norte, dejan el carro guardado en algún lado, lo empujan ellos mismos, recolectan 6 horas y venden lo que juntan por ahí cerca. Luego se vuelven a sus casas a pie, son 11 o 12 horas caminando por día”, señala.
Algo es seguro, mientras la crisis sigue apretando y el empleo escasea, las calles se llenan de gente que hace lo imposible para sobrevivir y poder poner un plato de comida en la mesa familiar.